Nuevamente, tras la trilogía de Escipión "el Africano", os traigo una reseña del último libro de Santiago Posteguillo, un autor que ya se ha hecho un hueco entre los mejores escritores de novela histórica, por saber combinar con maestría el rigor histórico con unas tramas trepidantes.
La historia narrada en "Los asesinos del emperador" nos sitúa en una de las épocas más convulsas de la historia de Roma: tras la guerra civil posterior al asesinato de Nerón y las luchas por el poder, Tito Flavio Vespasiano toma el gobierno del imperio, dando inicio a la dinastía Flavia, la más corta de todas las dinastías de emperadores. Al final de la misma asciende al poder Tito Flavio Domiciano, uno de los más crueles y despiadados tiranos que tuvo Roma, y cuya forma de gobierno le llevó a ser objeto de una conspiración interna para acabar con su vida.
Sin embargo, contrariamente a los esperado, el libro no sigue esta línea cronológica. En primer lugar nos sitúa casi al final de la historia, en los días anteriores al intento de asesinato de Domiciano, para a continuación retroceder 30 años en la historia, hasta el comienzo de la guerra civil. En mi opinión, un gran acierto hacerlo así pues sólo de esa forma, conociendo lo que vendrá después, el lector comprende adecuadamente cómo se forjan poco a poco el odio y el miedo en los círculos del emperador, y como desemboca todo ello en una trama urdida hasta el último detalle para poner fin a su tiranía.
Y en medio de todo esto, la construcción del mayor anfiteatro del mundo: el anfiteatro Flavio, posteriormente conocido como el Coliseo; la conquista de Jerusalén por Tito, hijo del emperador Vespasiano; la erupción del Vesubio y la destrucción de Pompeya; la persecución de los cristianos y judíos; las luchas en las fronteras del Norte, y un sinfin de historias paralelas.
Durante todo ese tiempo, un personaje llamado Marco Ulpio Trajano, inicialmente sin aparente protagonismo en las tramas imperiales, va forjando su historia desde el silencio y el trabajo constante como legatus de las legiones del Norte, hasta convertirse en uno de los militares más respetados de la época y temido hasta por el propio César. Todo ello le llevaría, a la postre y a pesar de su origen hispano, a ocupar el salón del trono como emperador en el año 98 d.C.
No cuento más porque es una historia realmente magnifica en la que, a pesar de su millar de páginas, merece la pena sumergirse y descubrir hoja a hoja como te atrapa la historia, los personajes y sus luchas internas por sobrevivir en una Roma grandiosa y autodestructiva.
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PD: Acabo de enterarme de que este no es sino el primer libro de otra trilogía que está preparando el autor y que narrará el reinado completo de Trajano. Sin duda, una grandísima noticia para los que, como yo, nos hemos vuelto incondicionales de este autor.
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27 de junio de 2012
12 de junio de 2012
El eslabón más débil
Este que les habla (o escribe, mejor dicho) se dedica profesionalmente, desde hace unos 5 años, a trabajar como consultor de seguridad de la información. A lo largo de ese tiempo he dedicado muchas horas a escribir políticas y normativas relacionadas con la seguridad de los sistemas informáticos, y entre ellas, cómo no, alguna que define los principios de un buen sistema de control de acceso a los sistemas.
Una de las cosas que explicas ahí es que, por muy robustos que sean los mecanismos que protegen el sistema contra accesos no autorizados, la seguridad de ello depende de que el usuario escoja una contraseña suficientemente segura para acceder a los servicios que posea: que sea larga, fácil de recordar pero difícil de adivinar, con caracteres alfanuméricos y especiales, que se cambie periódicamente, etc.
Y estás tan inmerso en este día a día que piensas, inocente de ti, que los usuarios son conscientes de ello y que se esfuerzan por elegir una buena contraseña, porque se preocupan por la seguridad de sus datos; del mismo modo que se preocupan por la seguridad de sus casas y ponen puertas blindadas, guardan sus llaves en un lugar seguro y no abren la puerta a extraños.
Y un buen día, de repente, naufragando por la red, te encuentras con una antigua estadística, publicada por un reconocido informático norteamericano, que muestra las 10.000 palabras más utilizadas como contraseña por los usuarios, obtenidas de una lista real de unos 6 millones de pares usuario/contraseña, de las muchas que frecuentemente se se revelan en Internet.
Y te quedas atónito viendo que la palabra más utilizada como contraseña es "password", seguida de cerca por "123456" y por "12345678". Y te sorprendes aún más cuando descubres que 90% de la gente utiliza alguna de las 1000 primeras palabras de la lista. Y te entran ganas de llorar cuando lees que sólo un 0,18% ... ¡un 0,18%!... utiliza contraseñas únicas (no repetidas por nadie más).
Y es entonces cuando tomas conciencia de que da igual todo el trabajo y el tiempo que dediques a esto. Mientras existan usuarios así... la seguridad de la información es pura falacia.
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informática,
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